18 dic 2006

LA CRISIS DE AIR MADRID

CUANDO LOS TRABAJADORES TIENEN LA PALABRA

Oscar Guisoni
Página/12

A los trabajadores de Air Madrid la crisis de la empresa los agarró tan desprevenidos que ni siquiera contaban con representación sindical. Pero ayer dieron la sorpresa y se transformaron de actores principales del conflicto cuando propusieron inesperadamente hacerse cargo de la compañía hasta mediados de enero con el objetivo de salvar lo que queda de la aerolínea antes de que sea demasiado tarde.
La iniciativa proviene del actual gerente Pablo Morera, quien junto a un grupo de ejecutivos, pilotos y trabajadores de rango medio elevaron al Ministerio de Fomento un plan de viabilidad con el propósito de mantener la línea aérea en funcionamiento hasta que finalice la campaña de Navidad el 15 de enero. Si el gobierno les acepta la propuesta, Air Madrid podrá contar antes del fin de semana nuevamente con su licencia de vuelo, aunque los que conocen los entresijos burocráticos de la aviación comercial en España dudan de que esto sea posible en un plazo tan breve.
Mientras tanto, el principal accionista, el misterioso empresario hotelero José Luís Carrillo, continuó ayer con su estrategia del avestruz. No apareció ante los medios de comunicación y tampoco desmintió públicamente la propuesta de los trabajadores, ni siquiera después de que estos afirmaran que estaba dispuesto a cederles gratuitamente todas las acciones de la línea aérea para que pudieran llevar adelante su propuesta de salvataje.
Los 1.300 empleados de Air Madrid se quejaron también ayer de la falta de información por parte de la empresa, que ni siquiera les advirtió del imprevisto cierre llevado a cabo el viernes. “Es una vergüenza” se quejaba ayer por la tarde María, una administrativa de la compañía “de todo nos tenemos que enterar por los medios, porque para los empresarios parece que ni siquiera merecemos un comunicado interno. No sabemos a qué atenernos”.
En la propuesta presentada por Pablo Morera al Ministerio de Fomento se especifica que la gestión por parte de los trabajadores sólo sería provisional, hasta que se pudiera encontrar un accionista capaz de inyectar el dinero que la empresa necesita para ponerse en marcha nuevamente. Ayer por la tarde corrió fuerte el rumor de que la agencia de viajes Marsans sería una de las principales interesadas en quedarse con la empresa.
La situación de todas maneras continúa siendo anómala. Según fuentes gubernamentales consultadas por Página/12, ayer se esperaba en Madrid que la compañía presentara formalmente la quiebra, recurriendo a una apresurada convocatoria de acreedores. Pero ello no ocurrió. El abogado de la empresa Pascual Pérez Ocaña explicó que la medida no se ha tomado todavía porque se está a la espera de saber qué hará la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) con los 7,5 millones de euros en concepto de pago de billetes pertenecientes a la aerolínea que tiene retenidos.
A última hora de la tarde se supo que la IATA iba a destinar esa cifra a garantizar la devolución de los pasajes comprados en España a partir del 1 de noviembre pasado, dando prioridad a los pasajeros que habían adquirido sus billetes a través de las agencias de viaje. Mucho peor lo tienen aquellos que han comprado pasajes a través de internet. Si Air Madrid presenta esta semana la quiebra es muy probable que estas personas pierdan todo su dinero. Esto se debe a que el IATA retiene durante dos meses sólo el dinero que ingresa a las compañías aéreas a través de las agencias. Los pagos on line van a parar directamente a la empresa.
El escándalo está tomando tales dimensiones que ya han surgido voces en Madrid que se preguntan acerca de la validez y los riesgos de una legislación que permite todo este tipo de desmanes en el mercado de la aviación comercial. Las agencias de viaje fueron las primeras en salir al ruedo ayer a través de AEDAVE (Asociación Empresarial de Agencias de Viaje Españolas), quien recordó que el sector viene reclamando desde hace tiempo a la Unión Europea que les exija a las aerolíneas la constitución de un fondo de garantía para evitar este tipo de imprevistos, similar al seguro que las agencias de viaje tienen constituido con ese objetivo.

15 ago 2006

La esencia de lo ridículo reside en aquello que es imperfecto o innoble pero que no produce daño ni dolor, del mismo modo que la máscara cómica muestra una expresión innoble o deforme, pero no doliente.
Aristóteles

7 ago 2006

LAS COSAS QUE TUVE QUE HACER PARA ENCONTRAR A MAGDALENA

Tuvo que dejar la tierra áspera para amar a Magdalena. Reseñó cada mañana la sangre que surgía del periódico. Vomitó la sopa. Cada tanto se miraba en el espejo y trataba de recordar el último mechón de pelo que le había tocado. Ella ya no estaba ahí y él tampoco.
Unos días antes de que muriera su padre abandonó también el desierto, lloró junto a la laguna, arrojó algunas flores en la tumba de su abuela. Cuando miraba la foto de la muerta sentía detrás de su espalda el aliento del diablo o de algo parecido. Un escozor, una cosquilla. Pero recordó a la mujer de Lot y no quiso girarse. No lo miró a los ojos y mucho después se arrepintió. Tendría que haberlo hecho.
Ahora Magdalena no estaba ahí ni en ninguna parte.
Compró un libro extraño. Un manual. Un escritor ignoto que parecía saber mucho de paranoias enseñaba a ser un detective. Pero no lo hacía con profesionalismo, sino como si se tratara de un manual de autoayuda. Algo así como “Aprenda a ser detective en diez días y olvídese de la neurosis”.
Soñó una noche con que encontraba a Magdalena. Se despertó sudado. Envuelto en un ligero vapor. Aturdido por la marea de un recuerdo impreciso. En el sueño Magdalena estaba con otro y él la miraba a través del ojo de la cerradura. Ella hacía el amor con el otro o algo así. Al menos estaban desnudos y parecía como que hacían el amor o hablaban, ella arriba, el otro abajo, con la cabeza debajo de una almohada. Entonces Magdalena se levantaba y se acercaba con un alfiler a la puerta.
En el sueño había un libro abierto, abandonado sobre una mesa de luz. Al lado del libro, unas llaves. Las llaves abrían una puerta. Detrás de la puerta estaba él mirando. En el piso había un DNI. Sólo recordaba el número pero no sabía a quien pertenecía. En el manual del buen detective supo que tenía que buscar al dueño de ese documento cuanto antes si quería encontrar a Magdalena.
Al día siguiente se compró un sombrero gris. Hacía mucho tiempo que nadie compraba sombreros en la tienda donde lo encontró. Estaba lleno de polvo. Olía como el desierto. Como la tumba de su abuela. No quiso sacudirlo por superstición y se lo calzó apretado sobre las orejas, el polvo le chorreaba sobre las cejas, la espolvoreaba las mejillas. Llevaba el manual debajo del brazo. Sólo le faltaba comprar un arma. Y averiguar a quién pertenecía el documento.
Pero es muy difícil comprar un arma en los pueblos del desierto. Más difícil que comprar un sombrero. El señor del almacén le ofreció un cuchillo que él rechazó con cortesía. Rechazó también una navaja y una escopeta por considerarla demasiado obvia. Eso sí, compró un alfiler. Y un manojo de llaves que no habrían puerta alguna. Llaves sin tallar. Sin forma.
Montado sobre un viejo Chevy atravesó la tierra muerta. Se detuvo junto a un cactus al que le sustrajo una espina enorme, del tamaño de un dedo de elefante. Abandonó el alfiler sobre una piedra blanca y gris, del mismo gris que su sombrero.
Esa noche en un hotel de pueblo habló con un señor mayor. Un cazador de avestruces. El señor recordaba vagamente a Magdalena. De vez en cuando él también soñaba con ella. Pero no recordaba nada más. Una mujer de una extraordinaria belleza, le dijo. Una belleza como nunca habíamos visto por estos lugares. Viajaba acompaña por alguien como usted, pero sin sombrero. Escuchaban tangos los dos, dentro de la habitación. Tangos muy extraños, de discoteca, con tambores o baterías o algo así. El los había visto una noche, a través del ojo de la cerradura. Ella debajo, el tipo arriba. Desnudos. Nadie llevaba un almohadón en la cabeza. Pero el cazador no podía recordar el rostro del tipo. Sólo a ella.
De alfileres, ni hablar. En su vida los había utilizado. A los avestruces las cazaba con boleadoras, o con escopeta. No tenía mujer. Nunca había tenido. Sostenía en su memoria de viejo una vaga noción de lo que era un alfiler. Un objeto de la infancia. Un inasible objeto olvidado que tal vez usaba su abuela para zurcir medias o algo así. El nunca había comprado ninguno. Total, ¿para qué? Eso le dijo. Y se lo quedó mirando fijo. ¿Quiere una ginebra? No, gracias.
En el manual había precisas indicaciones sobre qué hacer en circunstancias como éstas. Apuntó en una hoja de papel:
Indicios. Magdalena pasó por aquí. No viaja sola. Es probable que haya perdido el alfiler. Se desnuda por la noche y deja que la monten. A veces la que monta es ella. Se registra con su documento en los hoteles. Nunca usa el DNI de él.
Días más tarde, en un restaurante, comió habas, arroz, pollo. Estaba perdido pero no lo sabía. El Chevy se había quedado sin gasolina o tal vez se le había estropeado el motor y tosía cuando lo encendía. El también tosía. Y a veces escupía sangre sobre un pequeño pañuelo, pero no le importaba.
Durmió cuatro noches en otro hotel mientras esperaba que le arreglaran el coche. Antes de acostarse introducía la espina del cactus en el ojo de la cerradura. De ese modo evitaba soñar con Magdalena. Sus anotaciones se habían interrumpido. Se sentía triste, no sabía por qué.
Una mañana la mujer que limpiaba el hotel se pinchó el dedo con la espina cuando intentó abrir la puerta de la habitación. Se llamaba Luisa y jamás había oído hablar de Magdalena ni mucho menos la había visto. Mientras de su dedo manaba sangre él la miraba y le preguntaba y la aturdía con detalles acerca de los viajeros desaparecidos. No podía ser, le decía, que no los hubiera visto. Porque ellos habían pasado por ese hotel. A la mujer le dolía demasiado el dedo y no le prestaba atención.
En la hoja de Indicios anotó:
Han sobornado a la empleada del hotel. ¿Cuánto le habrán pagado?
Esa noche volvió a soñar con ellos. En la cama, junto a los amantes, estaba la mujer de la limpieza. Desnuda. De su dedo manaba sangre mientras Magdalena la montaba y luego la montaba el tipo también. Al final, uno de los dos la ahogaba con el almohadón. La mujer de la limpieza moría. Un engañoso charco de sangre hacía suponer un corte en la yugular, una puñalada en el corazón. Pero era un indicio falso. Ella moría asfixiada. El que sangraba era su dedo. Sangraba aún después de que ella hubiera muerto. Magdalena y el tipo se reían. A j aja… a j aja ja ja.
Cuando llegó a la ciudad su memoria comenzó a extraviarse y sólo lo mantenía en orilla exacta de la realidad el papel con los indicios y el manual del detective. Estuvo cuatro semanas durmiendo dentro del Chevy frente a una escuela abandonada. Comió sándwiches de mortadela, jamón, empanadas, un pedazo de queso.
Una noche se introdujo en la escuela y sólo encontró al sereno. Un hombre bajo y regoldón. Mentía, el tipo. Y escupía al hablar. Afirmaba que Magdalena había sido directora de la escuela y que la habían despedido. Una tarde, le dijo, la encontraron desnuda en su despacho. Había un alumno con ella. Un niño de siete años, tal vez, o de nueve. No lo recordaba bien. Luego le habló de almohadones, alfileres, un celador que miraba por el ojo de la cerradura. Un embrollo. Una inmundicia atroz y académica, fruto de la imaginación del gordo, que nada tenía que ver con la realidad.
Vino después un período incierto, como incierto había sido siempre su amor por Magdalena. Pasaron años, meses, días, horas. Interminables segundos. La tierra giró varias veces sobre sí misma y se aproximó al sol el oscuro continente sobre el que él dormía.
Una tarde se encontró el papel en la puerta del frigorífico. La palabra Indicios había sobrevivido al paso del tiempo pero las otras palabras habían desaparecido. Todas, menos el número del DNI que una noche había soñado. A su lado había un nombre y era el suyo. Al papel lo sostenía un imán y al imán lo envolvía una berenjena de madera. Una berenjena negra, que tenía clavada un alfiler. La berenjena tenía ojos y los ojos parecían los del demonio.
El se acercó sigiloso al frigorífico y extrajo el alfiler con cautela y precisión. Luego, con el alfiler en la mano (que a ratos parecía querer transformarse en una gigantesca espina de cactus) se dirigió hacia la habitación donde Magdalena dormía.
Después miró por el ojo de la cerradura y todos sabemos muy bien, lo sabemos perfectamente, qué fue lo que vio.

Aunque hay quien dice que:

Se vio a si mismo montado desnudo sobre ella, sorprendido y enamorado de la mujer que nunca supo bien cómo había encontrado. Vio, con asombro aún mayor, cómo abandonaba a la mujer y, todavía desnudo, se calzaba el sombrero gris y se encaminaba hacia la puerta. Luego, encorvándose con mucha dificultad, miró por el ojo de la cerradura. Y después ya no vio nada más. Una terrible espina de cactus o un alfiler, le atravesó el ojo.
Entonces recordó la lejana tarde en la que murió su padre y volvió a sentir el perfume de las flores que reposaban sobre la tumba de su abuela. Y se arrepintió de no haberse girado ese día para mirarle la cara al diablo.

20 jul 2006

MELANCOLIA E INCESTO

APUNTES SOBRE LA CAIDA DE LA CASA DE USHER

¿Por qué se cae la casa de Usher? El genio de Poe te lo dice en una línea: “…habían existido siempre entre ellos (los hermanos) unas simpatías de naturaleza casi inexplicables”.
Y luego no vuelve a hablar más del tema. O mejor dicho: habla todo el tiempo, pero no lo dice. Ese es el arte de la literatura. A mi me vuelve loco ese “casi”. Casi inexplicable. Y, ¿qué explicaciones puede haber? Usher loco, melancólico, los cabellos le han crecido como telas de araña. La entierra prematuramente a su hermana porque en realidad tiene deseos de matarla. Cuando comprueba que ella aún sigue viva, todo se derrumba.
“Es raro ese cuento” me dijo Bea el otro día. Tan raro como el incesto, tan común como el derrumbe.
¿Y el hombre que mira? El personaje que narra se va, al final, dejando que la casa se venga abajo. Es como si quisiera dejar atrás la caída. “Ahí está” parece decir “que se caiga arriba de quien se tiene que caer, la casa”. Él sólo estaba ahí para contarlo. Curiosa perspectiva de Poe narrador. Sus personajes parecen siempre mirar la realidad desde afuera. Están adentro sólo para contártelo. Y cuando las cosas se ponen feas, se van. “La caída…” es el caso más extremo.
O, como en El Pozo y el Péndulo, quien cuenta se salva a último minuto. Claro, sino… no lo hubiera podido contar. Te lleva hasta el extremo y luego te saca. El cine americano le debe mucho a su perspectiva. Un paralelo evidente entre la vida de Poe y su obra se traza a través de la posición que asumen sus personajes.
El escritor que trata de exorcizar sus fantasmas, el alucinado bajo el efecto del láudano. Hay una foto de Poe, o un cuadro. No lo recuerdo bien. Con su bigote fino y su rostro chupado está mirando, mira a sus futuros lectores. Está triste porque no le dan bola. Nadie le reconoce lo que está haciendo. Pero él parece saber que 100 años después los hombres seguirán sugestionándose con sus cuentos.
Melancolía e incesto. El melancólico expresa una culpa oculta, que no actúa al descubierto. Una culpa insólita, que no tiene palabras. La melancolía es en el relato la consecuencia lógica del incesto negado. Una forma de autodestrucción. Dejarse crecer el pelo como tela de araña. Abandonarse a la culpa. Dejarse derruir por ella.
Hay algo en la tradición trágica de la literatura argentina que tiene sus orígenes en la fascinación por Poe. Poe es lectura de iniciación. Se lo lee a los 14 y se teme por las noches, debajo de las cobijas, el murmullo del “corazón delator”.
Recuerdo que mi madre me prohibió leerlo, la tarde en que me descubrió arriba del coche de mi viejo con un ejemplar de las “Narraciones Extraordinarias” que me había sacado de la Biblioteca del pueblo por recomendación de mi tía. “Tu tía está loca” puso mi madre el grito en el cielo “Esos no son libros para chicos”.
Yo lo devolví. Pero después empecé a ir a la biblioteca a leer allá. En el verano, cuando la siesta se alarga en La Pampa, leer a Poe produce una extraña sensación. En la llanura el incesto y la melancolía se respiran en el aire. No hace falta mucho para sugestionar a los hombres. Se vive con esos fantasmas y nunca se habla del tema. Poe saca su magia de ese mundo rural que permanece intacto desde el siglo XIX en los pueblos pequeños.
No se habla del tema.
Aquí tampoco.
Baste agregar un solo hecho de la biografía de Poe para completar la figura: Se casó con una mujer de 13 años en 1825. Virginia Clemm.
Lean: http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/literatura/usher/usher.html
Otras rarezas de Poe en “La caída…”. Usa una palabra en francés: “ennuyé”. La traducción más cercana al español es “hastiado”. ¿Por qué lo dice en francés?
Otra: cita una obra casi desconocida de Maquiavelo, “Belphegor”. Para ser más precisos, se trata de “Belphegor el archidiablo”, también conocida en italiano “Il demonio que prese moglie”. La traducción es muy complicada. Algo así como “El demonio que tomó mujer”, si queremos ser literales. O “El demonio que se casó”. ¿Se casó el demonio de Usher con su hermana?
La obra de Maquiavelo, una de sus últimas creaciones, trata sobre la misoginia. Poe no era inocente al citar.
Última rareza: el cuento que el narrador le lee a Usher al final está escritor por un tal “Launcelot”. ¿La sombra de las leyendas del Rey Arturo caen sobre la casa Usher?
Hay un tango que dice “me gusta cuando callas” y habla de la “melancolía”. La poesía es de Neruda. Yo también callaré, a ver si les gusta.

13 jul 2006

Cosas Raras I

Dice Musil

“La condición del arte es la embriaguez. Excitación sexual, concupiscencia, fiesta, rivalidad, movimiento extremo – tales son sus causas… Este sentimiento impulsa al individuo a imponerse a las cosas...”
No pensaba en ello mientras martillaba esa tarde sobre el muro. No registraba el sonido del vacío detrás de si. Es difícil congelar su imagen en el tiempo. No tiene tiempo que congelar. Está ahí sentado, hace mucho calor.
“Hay que aprender a ver” dice Musil. “He aquí el adiestramiento primordial para la espiritualidad; no reaccionar instantáneamente a los estímulos, sino llegar a dominar los instintos inhibitorios, aisladores.”
Pero el martilleador está enojado. Ha reaccionado.
“Toda vulgaridad obedece a la incapacidad para ofrecer resistencia a un estímulo”. Suena fácil, pero no lo es. El martilleador tiene mucha bronca.
Él no ha leído los Diarios de Robert Musil. Ni siquiera sabe quién es ni le interesa. Y si alguien se lo nombrara se quedaría mirándolo como quién ha logrado mentar al más famoso sin que su interlocutor se entere de qué va la cosa. Si el martilleador fuera más sólido, le diría que esa es una de las preguntas difíciles del Trivial. “¿Quién es Robert Musil?” O “¿En qué país nació el escritor Robert Musil?”. Pero el martilleador no juega tampoco al Trivial.
Su mayor ejercicio intelectual lo realiza en la playa, durante el verano, cuando rellena el crucigrama que viene en el periódico. A veces se levanta y le pregunta a su mujer “Lago más alto del mundo, en Sudamérica, Bolivia”. “Ocho letras”.
Pero su mujer tampoco sabe y al final termina rellenando el casillero gracias a que acierta con las palabras transversales. “Titi Caca!” “¡¿Cómo no lo supe antes?! Más fácil… Titi Caca”. Pero hoy el está enojado y de nada de eso se acuerda.
Dice Musil que el arte de Leonardo Da Vinci era “natural y racional al mismo tiempo”. Nuestro hombre no lo es. A veces actúa con cierta naturalidad y otra vez se muestra racional, pero en ningún momento logra congeniar las dos virtudes y mucho menos profundizarlas. Nuestro hombre está en la calle, donde todo sucede. Estamos regresando a la Edad Media. Todo sucede, una vez más, en la calle.
Nuestro personaje ha adquirido habilidades, no posee casi atributos y suele reír muy poco. Es parte de su condición de ciudadano contemporáneo. De hombre de la calle, digamos. Ríe con la televisión, algunas noches. Muy poco lo hace con su mujer, mucho menos con sus hijos. Con sus hijos ríe una vez al mes.
Es más fácil que nuestro hombre compre un número de la lotería. Y eso que nunca leyó a Borges, por lo cual no sabe que la lotería… ay ay ay… la lotería…
Dice Musil: “Todos los números reales pueden ser representados mediante puntos sobre el eje de las abscisas”. Y el martilleador dice “¿Ah si? No lo sabía. ¡Qué importante! Jamás lo hubiera pensado.” Y se queda pensando… “Todos los números… qué loco! Ja ja. ¡En el eje de las abscisas!”
Toda es reflexión le hace olvidar por un momento su furia. Ya no tiene tantas ganas de pegarle al jefe. Lo ve como a un enano. Un escombro más. Como los que él hace todos los días, dale que te pego con el martillo. Un pedacito de ladrillo que cae roto al lado de su antiguo vecino. Ya no es un casa, su vida ha perdido sentido. Ya no es un muro. Es sólo un pedacito de ladrillo. Nuestro hombre ha dominado los instintos inhibitorios. Siente la embriaguez del arte, hasta está un poquito excitado, siente la concupiscencia cerca, la fiesta… Nuestro hombre se acerca a Musil. O a lo que Musil dice, que no es lo mismo.
Dice Musil: “Libre voluntad (par excellence) = poder emprender algo”.
Y el martilleador siente que él emprende algo. Cada mañana. Por eso tiene bronca. Porque él emprende y emprende y sin embargo cada día se le presenta una realidad igual a la que abandonó el día anterior y él tiene que volver a emprender y no comprender por qué el muro se repite y regresa y nunca hay otra cosa que hacer que no sea emprender la destrucción de un muro nuevo. Está cansado nuestro hombre. No siente que poder emprender algo lo impregne de libre voluntad.
La última vez que se sintió libre fue… “¿cuándo fue?”
Cuenta Musil “Hace cuatro semanas vi reírse a un caballo aquí. Fue en Vialle Della Regina. Se trataba de un pequeño, elegante y joven caballo de coche de punto. Estaba atado a un muro”.
El mozo le hacía cosquillas al caballo. El caballo se moría de la risa. Nadie rompía el muro.
Todo eso nuestro hombre no lo sabe.

10 jul 2006

Entrevista con Quique Sanchez Flores

Hijo de Isidro Sánchez, lateral del Real Madrid en los tiempos de Alfredo Di Stefano y de Carmen Flores, hermana de la gran Lola, Quique Sánchez Flores es un bicho raro del fútbol español. Al igual que su padre formó parte del Real Madrid en los tiempos de Laudrup, Hierro, Redondo y Martín Vázquez, hasta que le llegó la hora de colgar los botines y no pudo, o no quiso, alejarse de los estadios. Fue entonces que emprendió la difícil tarea de ser Director Técnico en el ultra competitivo fútbol español. Dio sus primeros pasos en Getafe, un equipo pequeño que luego de su paso ya no abandonó la Primera División, hasta que lo llamó el Valencia, uno de los grandes clubes ibéricos. El Barcelona le arrebató el sueño de lograr el título este año, pero sus objetivos de volver a colocar al club entre los primeros de España y de llevarlo a la Champions League la próxima temporada se ha cumplido. De verbo ágil como sus piernas y con la mirada amplia que sólo tienen los que como él se han criado mamando arte y fútbol en cada rincón de la infancia, Quique se confiesa a Playboy en esta entrevista exclusiva.

P: He oído decir que crees fervientemente en la genética. Y los que vieron a tu padre jugar juran que tu tenías jugadas idénticas a las suyas, ¿es cierto?

Q: Si, claro. Aunque eran épocas muy distintas, pero nuestra forma de jugar, además de hacerlo los dos por la banda derecha y con el número 2, eran muy similares. Éramos laterales ofensivos, él muy ofensivo para su época y yo un lateral moderno para mi tiempo.

P: ¿Se ha perdido esa forma de jugar antigua, ese fútbol intuitivo y pasional de antaño? Alguna vez te he oído decir que los jugadores ahora corren más y piensan menos…

Q: Si, están muy mecanizados, automatizados. Sobre todo en el aspecto defensivo están muy controlados y el jugador pierde libertad e instinto. Hoy en día el equipo que no está organizado, que no cumple con ciertas obligaciones, da la sensación de que está despistado y es más vulnerable a la derrota.

P: ¿Eso sólo pasa en Europa o también lo ves en el fútbol latinoamericano actual?

Q: El fútbol latinoamericano lo veo más abierto, más genial. Tiene más espacios, está menos organizado sobre el campo. En Europa, sobre todo en las grandes ligas, como España, Italia, la sensación es que nos encontramos con un fútbol más táctico.

P: ¿No será que se ha vuelto muy industrial? ¿O es que hay demasiado dinero?

Q: Es una pesadilla que se muerde la cola. Es más industrial, se mueve mucho dinero… Hay demasiados “objetivos” que se deben cumplir para satisfacer a los dirigentes. Eso obliga a que los entrenadores sean menos arriesgados, menos atrevidos. Y eso nos obliga más a recurrir a la táctica. Es un círculo muy difícil de romper.

P: ¿Qué es más estresante? ¿Jugar o entrenar?

Q: Entrenar, obviamente. Tienes que pensar más. Y jugar es más divertido y salvaje. Aunque después de conocer las dos profesiones me quedo con la de entrenador.

P: Se dice de ti que primero marcabas y después jugabas, ¿es cierto?

Q: Más o menos. Cincuenta y cincuenta. Era un marcador que me tocó jugar frente a delanteros muy buenos y luego tenía siempre la virtud de estar en el campo con la pelota.

P: ¿Hay alguien hoy en el Valencia que se parezca a ti?

Q: Salvando las diferencias, creo que Miguel. Es superior a mi en cuanto a fortaleza física pero tiene esa capacidad para ir arriba y abajo desbordando rivales y llegar al área contraria como lateral, en eso nos parecemos.

P: Ese ambiente en el que te has criado de músicos, artistas, bailarines, que rodeaban a tu tía Lola ¿cómo te ha influido eso después? ¿relacionas el fútbol y la música cuando te pones a trabajar?

Q: El fútbol es una forma de arte. Los futbolistas somos muy corales, somos como bailarines, nos tenemos que aplicar con sentimiento, con coordinación. Y tenemos que tener una sensibilidad muy especial. Todo eso lo he bebido en ese mundo genial de mi infancia, donde se respiraba improvisación por todos lados. Todo eso luego me sonaba parecido cuando empecé a jugar, todo tenía su lógica dentro de esa mirada.

P: ¿Lola nunca te contagió la pasión por el canto? ¿Te has puesto a cantar alguna vez?

Q: No, no. Cantar no. Ya tengo demasiada familia que lo hace, mi tía, mi madre, mis sobrinos. El árbol genealógico de la familia parece que se dividió en dos ramas: la física se dedicó al fútbol, la artística a la música.

P: Y a parte de tu padre ¿quién fue el que más te impregnó de fútbol en tu infancia?

Q: Alfredo Di Stefano. Es mi padrino y muy amigo de mi padre. Cuando entró en el Valencia en los años 70 mi casa se llenó de camisetas, de jugadores del Valencia que pasaban por ahí. Y eso no sólo hizo que me empezara a apasionar por el mundo del fútbol, sino que también me volviera valencianista. Y mi hermano Isidro, que es un año y medio mayor que yo y que siempre me llevaba de la mano a los campos donde mi padre jugaba. Todo eso fue abonando el terreno…

P: Tienes también fama de ser uno de los pocos intelectuales que hay en el mundo del fútbol. Una especie de Valdano contemporáneo…

Q: No. Jorge tiene una visión muy grande no sólo del fútbol sino de la vida en general, maneja muchos instrumentos. Yo manejo los justos, pero me gusta manejarlos bien. Me gusta la lectura, la música, el cine. En suma, no creo que me guste nada que no le guste a una persona normal, virtudes que no solemos utilizar mucho los que estamos en este mundo porque estamos demasiado impregnados por el deporte.

P: ¿Qué te gusta leer cuando estás en casa, relajado y tranquilo?

Q: Un poco de todo. Me gusta Benedetti, García Márquez, me encanta la novela sudamericana. Esa forma de expresarse me inspira mucha sensibilidad, se respira mucho sentimiento. Me gusta también leer biografías, historias reales. Leo bastante y un poco de todo.

P: ¿Y la música?

Q: Me gusta todo tipo de música. El soul, el funkie, el pop, el hip hop.

P: ¿Esa sensibilidad te ha hecho entrar en conflicto alguna vez con el ambiente del fútbol? ¿Has sentido que chocaban internamente las dos sensibilidades?

Q: No, lo he vivido siempre de un modo muy natural, aunque da la sensación de que cuando surge un personaje al que le gusta algo más que la pelota parece que estuviera en contra del fútbol y eso no es así. Creo que estaría muy bien a que a mucha gente del fútbol le gustara el fútbol y viceversa. Son mundos complementarios y sería bueno que pudiéramos unirlos más.

P: Una muestra de esa unión se verá ahora con el documental que prepara Emir Kusturika sobre Maradona…

Q: Me encantaría verlo. Maradona es un personaje admirable y una referencia interesantísima dentro de la historia del fútbol.

P: No eres de los que critica los comportamientos de Diego fuera de las canchas, ¿verdad?

Q: No, no, no. Para nada. Creo que es un genio como pudo ser Lola Flores en el mundo del arte él lo es en el fútbol. Todos pensábamos que no iba a poder darle vuelta a su vida y finalmente se la dio y eso me alegró mucho. Creo que es un personaje muy vital, muy sensible y hay que comprenderlo.

P: ¿Ves a algún Maradona en el fútbol contemporáneo?

Q: No, no lo veo. Maradona era de esos jugadores que provocaba que uno se sentara a ver un partido de fútbol sólo para verlo jugar a él. Y eso que había 22 jugadores en la cancha, pero uno sólo se sentaba a ver a Maradona. Nunca más he vuelto a sentir algo similar. Esa sensación de decir “voy a sentarme a ver que inventa Diego hoy”.

P: Juguemos un poco. Sin pensar. Te nombro a algunos futbolistas y me dices lo primero que se te viene a la mente. ¿Ronaldinho?

Q: Distinto. Necesita más del apoyo colectivo para desequilibrar un partido. Menos capacidad para englobar el juego de todo el equipo.

P: ¿Messi?

Q: Muy bueno. Ha sido la alternativa triunfal del Barcelona esta temporada. Aportó algo distinto. Todo lo demás ya lo tenían, vino Messi y marcó la diferencia.

P: ¿Aimar?

Q: Es un jugador desequilibrante, capaz de inventar jugadas imposibles a lo largo de un partido y quizá lo que le está haciendo falta es que pisar más el área. Juega en zonas muy difíciles del campo y salir vencedor de esas zonas es muy complicado.

P: ¿Kluivert?

Q: Ha sido un grande pero tuvo una temporada muy difícil. Fue un jugador muy destacado pero ahora anda peleado con las lesiones y eso lo atenúa.

P: Un monstruo en retirada: Zidane.

Q: Es una pena. Se nos va un jugador bello, con una gran elegancia y una inteligencia permanente, que siempre ha tenido unas salidas extraordinarias. Pero es la ley del fútbol…

P: Se retiran mucho más jóvenes los jugadores en Europa, si comparamos con América Latina…

Q: El ritmo también es mucho más lento, eh (risas).

P: Imagínate que mañana el Valencia viene y te dice que tienes todo el dinero del mundo para hacer un fichaje para la próxima temporada, ¿con quien sueña Quique? ¿a quién quisieras tener en el club?

Q: No tengo grandes sueños. Creo que hay jugadores muy interesante, pero no me traería los más bonitos. Me gustaría Essien, del Chelsea. Me traería a Henry, del Arsenal.

P: Ese es un sueño de alto vuelto… ¿Y en el Valencia ya te han dicho algo al respecto? ¿les has contado el sueño?

Q: No, no se me ocurre. No suelo contar mis sueños en el club (risas).

P: ¿Cómo ves el próximo Mundial? ¿Quién va a ser la sorpresa? Todo mundo apuesta sus fichas por Brasil, ¿será así?

Q: Brasil tiene eso siempre. Es un equipo tan “publicitado” que nunca se sabe muy bien dónde empieza la publicidad y dónde acaba el aspecto futbolístico. Siempre soportan una enorme presión. Es un equipo de grandes jugadores, los mejores del mundo, que no siempre sabe manejar esa presión. Vamos a ver. Brasil es un colectivo muy, muy potente, pero luego hay selecciones con un arraigo y un peso tremendo, a las que no podemos subestimar. Hablo de Italia, de Argentina, de la misma Alemania, que al jugar en casa siempre hay que darle una chance.

P: Aunque parece que están de capa caída los alemanes.

Q: Si, es cierto. Pero el hecho de jugar en casa y ser tan competitivos los hace muy peligrosos. Y será también un Mundial abierto a la aparición de un equipo sorpresa, como ocurrió en el último campeonato Europeo con Grecia. O como ocurrió en otros mundiales con algún equipo africano.

P: ¿Y tienes algún candidato a ocupar ese puesto de “equipo revelación”? Suena mucho Costa de Marfil…

Q: Hum. Son jugadores muy veloces, muy físicos, pero no lo sé. No sé si tienen tanto como para acabar siendo un equipo revelación.

P: ¿Has visto jugar a la selección mexicana?

Q: No, no los he visto. Siempre aparecen en las competiciones grandes y es ahí cuando los empezamos a ver a los mexicanos, tal vez porque sea una liga que no está muy vendida fuera de su país. Así que aquí vemos sus resultados pero no a sus jugadores, salvo que uno se interese particularmente. Creo que tienen un campeonato de nivel, pero no tienen demasiada llegada a España.

P: ¿Y España como llega a este Mundial?

Q: Con muchas dificultades. Primero, porque no tenemos historia y eso pesa. Cuando llegas sin historia a éstos ámbitos es muy difícil que te respeten. Además, un Mundial depende mucho de los jugadores y nosotros a nivel individual no destacamos, somos mejores a nivel colectivo.

P: ¿Te gusta Aragonés como técnico de la selección¿

Q: Si, es alguien que huele al fútbol, que lo olfatea y eso me gusta.

P: ¿Y jugadores? ¿Quiénes crees que van a dar el gran salto?

Q: Yo tengo mi preferido y es Kaká. Me parece un jugador soberbio. Es brillante, efectivo y al mismo tiempo hermoso. Es el jugador del que más espero.

P: ¿Te gustaría tenerlo en el Valencia?

Q: Ese no lo nombré ni como sueño… (risas)

P: Se que no te gusta hablar de los clubes rivales, pero la tentación es grande. ¿Cómo ves al Madrid de hoy comparado con el club que conociste en tus tiempos?

Q: Muy distinto. El Madrid actual es mucho más desordenado, más convulso. Mucho más preocupado por la imagen que por el resultado. Antes el resultado estaba antes que la imagen y ahora es al revés.

P: ¿Si te hubieran llamado para ser entrenador de este Real Madrid en crisis hubieras ido?

Q: Es muy difícil. Sobre todo porque estoy muy bien en el Valencia y con ganas de seguir. La distancia física entre Madrid y Valencia, en cuanto a territorio, es poca (no más de 350 km.) pero la distancia mental es muy grande y no están las cosas como para hacer ese tipo de trasvases.

P: ¿Te quedaste con un buen recuerdo de tu paso con el Madrid, de todos modos?

Q: Si, claro. Estuve dos temporadas como jugador y otra como entrenador de los chicos menores de 20 años, con los que ganamos un campeonato y me dejó muy buenos recuerdos. El Madrid siempre me trató muy bien. Soy madrileño de nacimiento y siempre tuve buen feeling con el club.

P: Otro equipo en el que has dejado huella es el Getafe. Se dice que después de tu paso esta escuadra pequeña parece haber llegado a Primera con ánimo de quedarse mucho tiempo…

Q: Si, lo dejamos bien apuntalado. Fue un año muy difícil el que me tocó estar al frente del equipo, porque con muy poco presupuesto tuvimos que lograr un objetivo muy ambicioso, y al final salió bien. Y ahora es más sencillo para el Getafe permanecer en primera porque cada año pueden ir sumando más jugadores de calidad y han seguido acertando con los técnicos, algo muy importante.

P: Hablando de clubes pequeños, ¿qué te ha parecido la proeza del Villareal en la Champions?

Q: Creo que cada año llega a esas altura un club pequeño porque no tienen presión, no tienen nada que perder y eso les permite llegar muy lejos. Hubiera sido una auténtica sorpresa que llegase a la final, pero la verdad es que se lo tenían merecido. El problema lo tendrán ahora, porque luego de haber pasado por un desafío tan importante se les presentarán las dificultades en la próxima temporada.

P: ¿Crees que Riquelme en el Mundial tendrá un papel tan destacado con la selección argentina como el que tuvo en el Villarreal en la Champions?

Q: No creo. Pienso que Riquelme necesita sentir muy protagonista y no se si Argentina está como para darle ese lugar en estos momentos. Tiene demasiados buenos jugadores a su alrededor. De todos modos siempre me ha parecido un gran estratega.

P: Y ahora, como para terminar “el partido”, hablemos un poco del doping… ¿Es un problema resuelto en la Liga española o sólo está oculto en estos tiempos?

Q: No, está muy controlado. Hay muchos controles sobre las sustancias que se consumen y los jugadores son mucho más responsables. Saben que si infringen las reglas hay un gran castigo y eso ha hecho que ya no les interesa tanto el doping, sino que prefieren cuidarse y salir a competir como corresponde.

9 jul 2006

Merchandising, especulación y anteojos negros

Por Oscar Guisoni


El Papa Benedicto XVI culminó ayer su breve visita de 26 horas a España sin que su presencia haya convocado las multitudes que esperaban los organizadores del V Encuentro Mundial de las Familias. La policía local estima que 400 mil peregrinos siguieron el discurso de clausura del evento que impartió el Papa el sábado por la noche y casi un millón asistieron en la mañana del domingo a la misa con la que Josef Ratzinger se despidió del país. Bastante menos del millón y medio que esperaban las autoridades y la iglesia local.
Detrás queda la polémica por la sonora ausencia de José Luís Rodríguez Zapatero en misa dominical. Aunque Benedicto XVI suavizó sus críticas al gobierno socialista español y se limitó a defender el rol de la familia tradicional por encima de otro tipo de uniones, en clara referencia a la reciente ley que permite el matrimonio entre homosexuales, su vocero Joaquín Navarro Valls tensó el ambiente con unas declaraciones que dejaron entrever el fastidio del Santo Padre por la ausencia del Primer Ministro.
Navarro Valls comparó a Zapatero con Fidel Castro, Daniel Ortega y el ex dictador polaco Jaruzelski, todos ellos considerados auténticas bestias negras por la Iglesia Católica que, sin embargo, no dudaron en asistir a la misa cuando Juan Pablo II visitó sus países. El gobierno español no se dio por aludido y se consideró suficientemente representado por su Ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos y el de Justicia, Juan Fernando López Aguilar.
Zapatero sabe del fastidio que la visita papal ha provocado en una España cada vez más laica que censura los fastos y el derroche con el que Benedicto XVI fue recibido en Valencia. Se evitó además una esperada rechifla por parte de los grupos más conservadores, vinculados al Opus Dei, que cooptaron la organización del Encuentro.
La ciudad mediterránea, cuna de una familia tan emblemática de la Iglesia fastuosa como lo fueron los Borgia, demostró el fin de semana que la tradición no se ha perdido. La Valencia de Calixto III y Alejandro VI, los Borgia que gobernaron la Iglesia a finales del siglo XV y principios del XVI era famosa por su fastuosidad y lujos. La Valencia del siglo XXI, gobernada por una derecha más atenta a la especulación inmobiliaria que a la seguridad del transporte público (el accidente que costó la vida a 42 personas en el subte local el pasado lunes se debió a la falta de inversión del gobierno local), se gastó 30 millones de euros en la organización de la visita papal. En los barrios periféricos de la ciudad se notaba ayer el fastidio de los olvidados de siempre. “El centro parece una ciudad de reyes y por aquí, que no pasará el Papa, no recogen ni la basura” se queja un vecino del barrio de La Malvarrosa, mientras señala un terreno baldío lleno de escombros que el gobierno local no limpia desde hace meses.
La llegada del Papa dejó al descubierto dos Valencias muy diferentes. La parte elegante de la ciudad se vistió de amarillo y blanco. Los vecinos sacaron las banderas vaticanas al balcón y hasta las flores de los maceteros reproducían los colores de Roma. La intendencia local no dejó calle sin arreglar ni farola sin pintar en el trayecto que iba a recorrer el Papa y preparó el mega altar frente al faraónico complejo de la Ciudad de las Ciencias y las Artes, obra del arquitecto Santiago Calatrava, que se comió el presupuesto local durante los últimos años de modo vertiginoso. Mientras tanto, en Orriols o en Russafa, dos de los barrios más pobres de la ciudad, eran las pancartas de protesta distribuidas por la plataforma “Yo no te espero”, contraria a la llegada del Papa, las más elegidas para adornar los balcones.
“Esa gentuza que no tiene respeto” se lamentaba una peregrina toda vestida de amarillo, al ver un cartel contrario a la presencia del Papa en un balcón. La señora llevaba una elegante gorra visera vaticana, la misma que lució durante la misa el líder del opositor Partido Popular, Mariano Rajoy. La señora, como otros tantos asistentes al evento, concluía su vestuario con la famosa “mochila del peregrino”, también amarilla y blanca y que costaba 15 euros en los kioscos de la ciudad. Una amplia operación de merchandising que se completó con “la silla para ver el Papa”, 18 euros; el pack del peregrino que ofrecían algunos bares (1 sandwich y una latita de coca por 5 euros); la bandera Vaticana, entre 7 y 10 euros o el “menú del peregrino” que oscilaba entre 9 y 14 euros, entre un 20 y un 30 por ciento más caro de lo habitual. La visita también despertó la avaricia de los valencianos que llegaron a cobrar 1.200 euros por una habitación para dos personas durante el fin de semana en una casa particular. Los hoteles de la ciudad también aumentaron sus tarifas y ocuparon con éxito todas sus plazas.
El Papa abandonó la ciudad después de concluida la misa, con un breve paseo en el Papamóvil bajo un calor bochornoso que a esas horas rozaba los 34 grados. El blanco inmaculado de su traje contrastaba con las muy fashion gafas negras que Benedicto se calzó para evitar el impacto del sol del mediodía. Todo un símbolo, muy a tono con la pompa que impregnó su breve viaje.

Benedicto te da sorpresas

Por Oscar Guisoni

El V Encuentro Mundial de la Familia que se desarrolla en Valencia, monopolizado por el Opus Dei, no ha logrado tapar el debate que sacude los cimientos de la Iglesia Católica desde que Benedicto XVI fue elegido Papa a finales de abril del año pasado. Ya en esa ocasión, las paredes del Vaticano se poblaron de voces llegadas de todo el mundo que clamaban por un aggiornamento doctrinal que acercara a la jerarquía católica al convulsionado mundo globalizado del siglo XXI. Desde los sacerdotes africanos que no ocultan sus relaciones sexuales con las mujeres de las tribus en las que trabajan, al tiempo que defienden el uso del preservativo en un continente azotado por el SIDA, hasta los más eclécticos y progresistas teólogos latinoamericanos y europeos, clamaban por una reforma con mayúsculas que acabara con el abismo cada vez mayor entre la iglesia y sus fieles.
La elección de Joseph Ratzinger como Papa hizo presumir que esas voces no serían oídas tampoco ahora. Es más: muchos creyeron que el espíritu del Concilio Vaticano II iba a terminar por desvanecerse de modo definitivo, maltrecho ya como estaba por los golpes que subrepticiamente le había propinado Juan Pablo II en sus últimos años de vida.
Pero el Papa alemán no ha dejado de sorprender a propios y extraños durante su primer año de pontificado. Y a pesar de ser considerado como el gran guardián de la ortodoxia, su estatura intelectual y su prudencia a nivel político han terminado por demostrar que el personaje es más complejo de lo que se pensaba.
Su encuentro con Hans Küng, el máximo exponente de la disidencia teológica a nivel europeo, a principios de este año; su defenestración del dirigente de los Legionarios de Cristo y presunto pederasta Marcial Maciel, sancionado por la Santa Sede el 19 de mayo pasado y su insólita visita al campo de exterminio de Auschwitz, muestran un Ratzinger diferente al que todo el mundo esperaba después de su duro discurso contra la dictadura del relativismo pronunciado días antes de ser elegido Papa.
Fuentes cercanas a la Curia Española más progresista afirman que es tan fuerte la presión dentro de los muros vaticanos que Benedicto XVI está obligado a ejercer de equilibrista en medio de un campo minado. Su única Encíclica hecha pública hasta el momento refleja con claridad estas tensiones, que en el encuentro valenciano han vuelto a salir a luz. En ella su Santidad no sólo reivindica la memoria de Juliano el Apóstata, toda una herejía teológica de alto vuelo, sino que llega a reconocerle al marxismo “algo de verdad” en su crítica a la acción caritativa de la Iglesia. Lo que se dice, un auténtico terremoto doctrinal en una institución que otorga a las palabras un valor supremo.
Quienes pensaban que Joseph Ratzinger iba a ser un Papa con bajo perfil internacional, extremadamente endógeno y eurocéntrico, también están a punto de llevarse una sorpresa. Siguiendo la senda de su predecesor, que apuntó contra el mundo comunista y aportó algo más que un grano de arena a la hora de derribar la cortina de hierro, Benedicto XVI está centrando su mirada en China. Una jugada política de alto vuelo en clara sintonía con la Casa Blanca y que tuvo su punto de arranque durante su primera ronda de nombramientos cardenalicios, cuando el Papa elevó de rango al obispo disidente chino Joseph Zen. Zen lidera a la Iglesia católica clandestina en China, en abierta oposición al régimen que sólo reconoce a una supuesta iglesia oficial dirigida por el Partido Comunista. Su objetivo es sacudir los cimientos de la última mega dictadura que queda en el planeta y abrir al mundo occidental un enorme mercado de más de 1.300 millones de almas.Pero todo esto no logra contentar a sus críticos. Y mucho menos a los disidentes internos. Los católicos de a pié, sobre todo los que están más en contacto con el mundo cotidiano, esperan que el Vaticano comience a reconocer la enorme complejidad del mundo globalizado con su cada vez mayores desigualdades económicas y sociales, abandone sus posturas extremas en defensa de la familia tradicional y deje de lado su conservadurismo a la hora de criticar a la ciencia que experimenta con células madre en busca de una solución a enfermedades como el cáncer y el SIDA. Si no lo hace, advierten cada vez con voz más alta, el mundo occidental, la cuna del cristianismo, continuará con su andadura hacia una sociedad cada vez más laica y

El Papa llega a Valencia

Oscar Guisoni

“¡Benedicto, Oé! Benedicto, Oé!” La canción del Mundial que no le trajo fortuna a la selección española se dejó oír ayer con fuerza en el aeropuerto de Valencia, cuando a las 11.30 hora local el Papa bajó del avión. Su llegada se vio precedida por más de una polémica y una violenta tragedia, la que el lunes pasado cegó la vida de 42 personas en el subte de la ciudad.
La Conferencia Episcopal local había calentado el ambiente de confrontación con el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero horas antes de que el avión papal aterrizara en una Valencia vestida de excesivo lujo para recibirlo. Su presidente, monseñor Ricardo Blázquez, había acusado a la sociedad española de estar moribunda, en una entrevista concedida a la revista italiana Famiglia Cristiana. Imágenes del abismo que la Iglesia Católica hispana agita cada día desde que los socialistas llegaron al poder en 2004.
A las autoridades eclesiásticas locales les molesta la nueva ley de educación, que elimina la enseñaza obligatoria de religión en las escuelas públicas; la ley de divorcio express, que acelera los tiempos de la disolución del matrimonio civil y, sobre todas las cosas, la legislación que permite el matrimonio entre homosexuales. A la Iglesia en realidad le molesta que el estado legisle sobre la unión entre personas, un territorio que considera coto privado, como lo demostró ya en 1870 cuando el Parlamento español dictó la ley de matrimonio civil. La llamaron “la ley de la mancebía” y anunciaron también, como ahora, que se trataba de “un inmoral y vulgar concubinato o un escandaloso incesto”.
Antes de que Benedicto XVI bajara en Valencia también echó leña al fuego su sucesor al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal norteamericano William Joseph Levada, quien sugirió que los católicos tienen la obligación de no seguir las leyes que Roma considera inmorales. Un auténtico llamado a la desobediencia civil que ya ha tenido su manifestación más palpable en la negativa de algunos jueces españoles a celebrar los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Pero Ratzinger es, antes que nada, un ortodoxo en lo moral y un pragmático en lo político, por lo que su primer discurso, ayer por la mañana, frente a la catedral de Valencia, no fue tan duro como lo hubieran querido los obispos locales. Sólo se limitó a defender la familia tradicional. Ni una palabra que pudiera ser interpretada como contraria al actual gobierno.
Antes había sido recibido por los Reyes y por el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero en el aeropuerto. El Papa se detuvo después unos minutos a orar en la estación del subte de Jesús, lugar de la tragedia del pasado lunes. Y concluyó su periplo público mañanero con la oración en la plaza de la Virgen, frente a la majestuosa catedral valenciana.
Un nutrido grupo de seminaristas ocupaba los primeros asientos en la plaza. El Papa se sorprendió por la cantidad de veces que interrumpieron su discurso con gritos y canciones y más debió de sorprenderse al leer la inscripción que llevaban en sus remeras. “Hazte cura. Y que sea lo que Dios quiera…”. Un toque de humor en medio del apabullante calor que asolaba el centro de la ciudad a esas horas.
Por la tarde el Papa se encontró con Zapatero en el Palacio Arzobispal. Según fuentes del gobierno, fue una reunión cordial en la que no hubo reproches por parte de Benedicto XVI al líder socialista. Minutos antes del encuentro, el primer ministro tuvo que soportar rechiflas e insultos provenientes de un pequeño grupo de peregrinos que lo esperaba a la entrada del Palacio al grito de “ETA y ZP, la misma mierda es”.
Por la tarde el Papa se dirigió al enorme escenario de 2.500 metros cuadrados que el gobierno de la ciudad ha montado sobre el puente de Monteolivete que cruza el cauce seco del río Turia en la parte más elegante y moderna de la ciudad, con el objetivo de clausurar el V Encuentro Mundial de la Familia, principal motivo pastoral de su visita.
Para llegar al fastuoso escenario tuvo que atravesar media ciudad sobre el Papa Móvil. Hacía tanto calor que Benedicto XVI bajó los vidrios blindados del vehículo, exasperando los nervios de sus guardaespaldas y obligando al vehículo que lo transportaba a acelerar el paso.
Los organizadores del evento esperaban que llegaran a Valencia un millón trescientas mil personas. Era difícil evaluar ayer en cuánto se han cumplido sus deseos, pero a juzgar por el aspecto vacío que presentaban las zonas adyacentes al puente, cortadas al tráfico de vehículos desde la tarde del viernes, es de suponer que Benedicto XVI no se dará un baño de multitudes como el que se esperaba. O, como comentaba algún malicioso transeúnte, el que se hubiera dado en vida el carismático Juan Pablo II.
La soterrada polémica que se ha dado dentro del mundo católico local durante los últimos días tal vez explique tantas ausencias. Las comunidades de base de la iglesia, pequeñas pero muy activas, desistieron de hacerse presentes en Valencia por considerar que el encuentro estaba cooptado por el Opus Dei y sus posturas ultra ortodoxas, a su vez que criticaron el exceso de lujos y de desfachatada operación de marketing turístico que el gobierno local, también vinculado a los sectores más conservadores de la derecha, le imprimió al acto.
El Papa abandonará hoy la ciudad a las 13.30 luego de celebrar la misa a tempranas horas de la mañana en el mismo escenario en el que clausuró ayer el Encuentro. Con el correr de los días se podrá evaluar mejor el impacto político y social de su primer viaje como pontífice a España.

7 jul 2006

NO TODOS ESPERAN A BENEDICTO XVI EN VALENCIA

Por Oscar Guisoni
Página/12 en Valencia

Faltan pocas horas para que el avión que llevará al Papa Benedicto XVI a España llegue al aeropuerto de Manises, en Valencia, el próximo sábado por la mañana. Pero la llegada de Joseph Ratzinger al país no podía estar precedida de más polémicas e infortunios. El tercer viaje al extranjero del Papa alemán ha reabierto el debate dentro del mundo católico español y está provocando un revuelo de grandes magnitudes en la ciudad mediterránea que lo espera para que clausure el V Encuentro Mundial de las Familias que comenzó el miércoles pasado.
El brutal accidente ocurrido el lunes por la tarde en la ciudad, que se saldó con la muerte de 41 personas, fue la gota que colmó el vaso de un ambiente que se venía caldeando desde hacía ya varios días. La tragedia no sólo puso en duda la seguridad del evento, al que se espera que asistan más de un millón de peregrinos llegados de toda en Europa, sino que disparó la polémica política y social. Muchos valencianos cuestionan a la derecha que gobierna la ciudad y la región que se haya gastado una enorme cantidad de dinero en la organización del evento mientras descuidaba un aspecto tan importante como la seguridad del transporte público.
Pero la polémica trasciende a la tragedia del lunes. Un grupo de unos 1.500 vecinos de la ciudad se había acercado a la Curia local durante la semana pasada para manifestar su apostasía, exigiendo a la Iglesia Católica que borrara sus nombres y demás datos personales de sus registros, como un modo de manifestar su desacuerdo con el modo y la forma en que se estaba organizando la visitar papal.
Detrás de la organización del Encuentro se ha podido ver con claridad la mano del Opus Dei, el grupo católico ultraconservador más militante en España, con gran influencia entre los principales obispos y cardenales locales. El Opus no ha dudado en manipular el encuentro provocando la ira de los sectores progresistas de la Iglesia. En principio, trataron de hacer todo lo posible por evitar el encuentro entre Benedicto XVI y el Primer Ministro Rodríguez Zapatero, al que el Papa cuestiona su reciente ley de educación, que resta poder la Iglesia y su apoyo a la legislación que permite la boda entre homosexuales, aprobada por el parlamento español el día después de la elección de Ratzinger como Papa. Se espera que Ratzinger haga un duro discurso contra la política del gobierno socialista en el poder, aunque algunas fuentes sostienen que después del trágico accidente del lunes la posición de Benedicto XVI será menos extrema de lo esperado.
Todo esto se ha llevado a cabo en connivencia con el gobierno local, en mano de sectores de la derecha muy cercanos al Opus Dei. El pasado 4 de abril un representante de la Generalitat Valenciana, Esteban González Pons, disolvió una reunión que se celebraba en el Palacio de Gobierno regional entre representantes del gobierno y miembros de la Fundación del Encuentro que organiza el evento. González Pons desalojó literalmente a los delegados del Poder Ejecutivo de la sala en el momento en el que se discutía sobre el dispositivo de seguridad que debía acompañar a la visita del Papa. El gobierno de la ciudad pretendía que fuera un concejal de la ciudad el encargado de coordinar el dispositivo de seguridad, provocando la indignación del gobierno de Zapatero que no se cedió ante lo que consideraban una grave “dejación de funciones”. La visita del Papa es equiparable a la llegada de cualquier otro jefe de estado, por lo cual son los servicios de seguridad del estado los encargados de garantizar que nada le ocurra desde que ponga pie en territorio español hasta que se marche.
Otra polémica estalló cuando el gobierno local pretendió que fuera el Canal Nou, la televisión pública valenciana, la que tuviera la exclusividad de la transmisión del acto. El argumento para dejar fuera a TVE, Televisión Española, fue que desde la cadena nacional se estaba dando voz a los “grupos que incitaban a la violencia contra el Santo Padre”. Cuando faltas pocas horas para que el Papa llegue a la ciudad esta disputa aún no se ha resuelto.
Mientras tanto, en las calles de la ciudad se pueden ver con claridad lo que piensan del asunto los ciudadanos. Mientras en muchos balcones hace días que ondea la bandera amarilla y blanca del Vaticano en señal de bienvenida, en otros han aparecido unas pancartas rojas y negras con la leyenda “Yo no te espero”, escrita en valenciano, distribuidos por la plataforma social del mismo nombre que ha ido sumando simpatizantes a través de su página web http://www.jonotespere.org El grupo ha firmado un manifiesto titulado “Nosotros no te esperamos” con el que se mete de lleno en el debate que agita al mundo católico español, cuestionando la posición de la Iglesia con respecto al uso de anticonceptivos, el matrimonio homosexual, el rol de las mujeres en la sociedad y la oposición a la investigación científica con células madre que posibiliten en el futuro la cura de enfermedades hoy mortales.
El aguerrido sitio en Internet ha tenido más de 390 mil visitas en los últimos días y sus viñetas humorísticas han sido reproducidas por la enorme multitud de blogs que se han sumado durante las últimas horas al rechazo que produce, más que llegada del Papa a la ciudad, la manipulación política a la que está siendo sujeto el evento por parte del Opus Dei.

25 jun 2006

LA IMPOSIBLE UTOPIA DE RODRIGUEZ ZAPATERO

¿Cómo es la hoja de ruta del proceso de paz español? ¿Quiénes son los principales actores del proceso de paz abierto con el grupo separatista ETA? ¿Qué papel juegan los nacionalistas vascos en la ambiciosa jugada política del Primer Ministro español? ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar la derecha en la oposición para impedir que el Partido Socialista Obrero Español consiga concretar uno de los sueños más ansiados de las sociedad española desde el final de franquismo? España y Europa se juegan en esta movida la posibilidad de erradicar al último grupo armado que opera en el continente desde finales de los años cincuenta. Pero no es oro todo lo que reluce y comienzan a aparecer las primeras espinas en el camino que se ha trazado el Primer Ministro más audaz que ha tenido España desde los tiempos de Felipe González.



OSCAR GUISONI
Página/12 en España

Cuando en marzo de 2004 José Luís Rodríguez Zapatero ganó las elecciones generales en España se propuso dos objetivos políticos de alto vuelo: modificar el sistema federal nacional y acabar definitivamente con ETA. Mientras el primero está a punto de concluirlo con éxito y menos desgaste del esperado, después del exitoso cambio en el estatuto de autonomía catalán aprobado por abrumadora mayoría (75 %) en un referéndum llevado a cabo el pasado domingo, el segundo se está revelando un hueso duro de roer.
Mientras la sociedad observa con expectación y escepticismo típico español el proceso abierto después de la tregua indefinida decretada por ETA en marzo de este año, la oposición juega la carta más dura negándole al gobierno el consenso que necesita para obligar al grupo separatista vasco a desaparecer.
Si algo no le falta a Rodríguez Zapatero es olfato político y sentido del riesgo. Si se suma a estas virtudes un contexto internacional y local más que propicio, todo apunta a que esta vez el sueño que acaricia la sociedad española desde los tiempos del fin de la dictadura franquista está más cerca que nunca de volverse realidad.
Desde los primeros días de su gobierno Zapatero comenzó a insinuar que el fin de ETA estaba cerca y que el gobierno tenía “serios indicios” de que la banda estaba pensando seriamente en poner fin a su aventura armada. El Partido Popular, en la oposición, fue el primero en dudar de estas afirmaciones y comenzó a forjar la imagen de un Zapatero conciliador con el grupo vasco, improvisado y falto de convicciones democráticas suficientes.
Pero el Primer Ministro español sorprendió a propios y extraños cuando anunció en marzo el comienzo del alto el fuego definitivo de ETA y la oposición de centroderecha tuvo que cambiar el libreto a pasos agigantados. A partir de ese momento el gobierno comenzó a dejar traslucir que contaba ya con una hoja de ruta firme y pensada con varios meses de antelación para llevar el proceso de paz a buen puerto. Todo hubiese salido perfecto si en el medio no se hubieran metido actores insospechados y poco oportunos que durante los cálidos días del comienzo de este verano han comenzado a sembrar de espinas el camino.

LA ANSIEDAD DE LOS NACIONALISTAS

Cuando Zapatero reabrió el siempre agitado debate nacionalista en la península con su propuesta de modificar los estatutos que rigen las autonomías (provincias) españolas, fueron los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco los primeros en demostrarle que se estaba metiendo en terreno resbaladizo. El PNV gobierna el País Vasco (una de las tres autonomías con más pretensiones nacionalistas, junto con Cataluña y Galicia) desde el final de la dictadura franquista y nunca ha ocultado que su objetivo político es lograr la independencia de los vascos del estado español. Un objetivo peligrosamente cercano al que ha perseguido ETA desde su nacimiento en 1959.
Su máximo dirigente, el Lehendakari (nombre con el que designa históricamente al presidente de la autonomía vasca) Juan José Ibarretxe presentó al Congreso un proyecto de reforma del estatuto de autonomía cuasi independentista que fue rechazado con contundencia. El gobierno pensó que todos sus planes de reforma federal se habían ido al traste con mayor velocidad de la esperada. Pero Zapatero supo sacar provecho de la situación y ganó fama de firme defensor de la unidad de España con su rechazo, en un momento en el que la oposición lo acusaba de ser demasiado blandengue con las pretensiones nacionalistas. Gracias a ese capital político pudo enfrentar luego las críticas que le llovieron cuando sí aceptó la reforma del estatuto de autonomía que propuso Cataluña, la otra bestia negra de los fantasmas separatistas hispanos.
Pero el PNV quedó seriamente dañado después de la batalla y cuando se abrió el proceso de paz con ETA comenzó a vislumbrar una salida del túnel en el que se había metido con su fracaso plan de reforma autonómica. Los nacionalistas vascos necesitan demostrar que todavía cuentan y por ende no quieren quedar fuera de las negociaciones que emprenderán este verano los representantes del gobierno español con el grupo separatista.
Zapatero recordó con rapidez que fue esta misma ansia de protagonismo del PNV la que interfirió de manera letal en 1998 en las negociaciones que emprendió el gobierno del derechista José María Aznar con ETA. Los nacionalista vascos terminaron inmiscuyéndose en el proceso. Y no dudaron en mostrarse demasiado cercanos a las posiciones políticas de ETA. Esto hizo temer a la sociedad española en general y al gobierno del PP en particular que estaban destapando la caja de Pandora y que el paso siguiente a la desaparición del grupo terrorista iba a ser la independencia definitiva de los vascos. Aznar consideró inaceptable los términos políticos en los que se planteó la negociación y el proceso de paz quedó abortado.
Curado en salud, apenas se abrió el nuevo proceso de paz, Zapatero llamó a Ibarretxe a Moncloa y le pidió con elegancia que esta vez se mantuviera al margen. El Lehandakari obedeció pero su partido demostró esta semana que no está por la labor y su Presidente Jon Josu Imaz anunció esta semana que el PNV dialogará con Herri Batasuna, brazo político de ETA a pesar de lo que opine el gobierno socialista. De seguir por este camino, es muy probable que el nacionalismo vasco de tinte conservador se presente como un actor difícil de manejar para el Presidente del gobierno español

LA HOJA DE RUTA

Basándose en las exitosas conversaciones de paz que mantuvieron en su momento el IRA y el gobierno británico, Zapatero ha logrado diseñar, a pesar de todos estos inconvenientes, una hoja de ruta que piensa cumplir a rajatabla para llevar las conversaciones a buen puerto.
Por primera vez, esta semana, esa hoja de ruta ha comenzado a ver la luz pública. El único elemento discordante en la estrategia del gobierno es la férrea oposición que ha demostrado durante los últimos días el Partido Popular, aliándose con las asociaciones de víctimas del terrorismo, junto a las cuales protagonizó la semana pasada una multitudinaria manifestación en Madrid.
Pero Zapatero no parece dispuesto a echarse atrás y está tan convencido de que el fin de ETA es una utopía realizable que está dispuesto a llevar a cabo su plan hasta el final. El primer paso establecido en la hoja de ruta consiste en comunicar oficialmente a Mariano Rajoy, máximo referente del Partido Popular, que las conversaciones con ETA van a comenzar. Ese anuncio se hará en el Congreso durante el transcurso de los próximos días.
Durante esta comparecencia el Primer Ministro español pedirá al Parlamento un voto de apoyo y tratará de que el PP se sume a la iniciativa a pesar de sus reticencias. Los populares le piden que antes aclare que no tiene compromisos previos con ETA, algo que el gobierno ha desmentido esta semana con contundencia. La derecha pretende, además, que no se pague ningún precio político a la banda, un punto en el que el PSOE no está tan dispuesto a transigir, ya que cree que hay que dejarle a ETA abierta la puerta de una salida honorable. Esa salida consistirá en la legalización de Herri Batasuna para que pueda presentarse a las próximas elecciones autonómicas y un virtual acercamiento de los presos etarras a las prisiones del país vasco. Se descarta, por ahora, que se produzca una amnistía para los más 500 miembros de ETA que permanecen en prisión.
El tercer paso, que se espera tenga lugar durante los últimos días de julio, será el inicio del dialogo directo entre el grupo separatista y el gobierno. Mientras tanto, el Partido Socialista Vasco (brazo político del PSOE en Euskadi) se entrevistará oficialmente con Herri Batasuna por primera vez. Este detalle es uno de los que más molestan al PNV que ve cómo pierde protagonismo frente a un rival electoral directo que a punto estuvo de ganarle las últimas elecciones autonómicas.
El quinto paso, mantenido hasta ahora en el más absoluto secreto por parte del gobierno Zapatero, aunque muchos actores y analistas políticos lo daban ya por hecho, consistirá en la legalización de Batasuna y deberá tener como contrapartida una manifestación clara de este grupo político de que renuncia a la violencia como modo de lograr sus objetivos, incluída no sólo la lucha armada sino también la llamada “kale borroka”, una especie de intifada vasca que consiste en movilizar a sus jóvenes simpatizantes para que destrocen las ciudades en manifestaciones violentas. Este paso debería darlo Herri Batasuna, según la hoja de ruta, a finales de agosto, principios de septiembre.
Por último, y para contentar de este modo a los escurridizo nacionalistas del PNV, se armará una Mesa de Partidos en la que se negociará el futuro del País Vasco, una modificación de su actual estatuto de autonomía y la previsible concesión de mayores márgenes de autogobierno. La agenda de esta mesa de partidos no está por ahora definida y el mayor escollo es que ETA pretende que se incorpore a la discusión el futuro de la Comunidad Autónoma de Navarra, que no forma parte hoy del País Vasco pero que siempre ha sido reivindicada por los nacionalistas como parte indiscutible del mismo y el País Vasco Francés. Este punto se anuncia como el más conflictivo cuando se llegue a esta etapa.
El Presidente Chirac ha manifestado en más de una oportunidad su apoyo al proceso de paz español pero no quiere oír ni hablar de la cuestión vasca. Francia siempre ha sido un país de corte unitario que no ha dejado demasiado espacio a lo largo de su historia a las pulsiones nacionalistas. Se supone que ETA ha incorporado esta reivindicación para salvar la cara ante sus propias bases, pero que se impondrá finalmente el pragmatismo ya que el ejecutivo socialista poco puede hacer para convencer a Francia de que modifique su tradicional postura.




DERECHA FEROZ

La única incógnita que queda por despejar en medio de un escenario que Zapatero hasta ahora parece controlar con mano férrea, es hasta dónde está dispuesta a llegar la derecha en la oposición para aguarle la fiesta al gobierno. Algunas manifestaciones de generales retirados como la que protagonizó el pasado viernes el ex jefe del Ejército, Alfonso Pardo de Santayana, aludiendo al riesgo que corre la unidad de España hacen prever que los populares no ahorrarán munición a la hora de boicotearle el camino a Zapatero. La situación es tan tensa que hasta la misma Iglesia Católica ha bajado al ruedo y algunos de sus obispos en activo en el País Vasco han tratado de advertir al PP de que corren tiempos de moderación y no es hora de exacerbar el nacionalismo español con rancio sabor franquista.
Pero los sectores más duros son los que priman hoy en el entorno de Mariano Rajoy, mientras que las voces más aperturistas al proceso de paz, como del alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón parecen condenadas al ostracismo.
Los últimos sondeos de opinión, sin embargo, parecen darle la razón al gobierno. La imagen de Zapatero se consolida, la oposición pierde terreno y la mayoría de la población espera que la puerta que se ha abierto se cierre esta vez con éxito y ETA pase a ser sólo un recuerdo de unos años de plomo que poco a poco se han ido desvaneciendo. Si la utopía de Zapatero se cumple, con la desaparición de ETA desaparecerá también la última patología política heredada del franquismo y la tan mentada “transición española” habrá llegado a su fin.

28 may 2006

Robert Musil habla

Entrevista con Oskar Maurus Fontana, 1926

Fontana: Su nueva novela, ¿cómo se llama?

Musil: La hermana gemela (más tarde: El hombre sin atributos).

Fontana: ¿Y en qué época la sitúa?

Musil: Entre 1912 y 1914. El final de la novela es la movilización militar que desgarró al mundo de tal modo que todavía no hemos podido repararlo.
Fontana: Lo que puede ser visto como un síntoma...
Musil: Sí, desde luego. Aunque quisiera aclarar que no he escrito una novela histórica. No me interesa la explicación real de los acontecimientos reales. Tengo una pésima memoria. Por lo demás, los hechos son siempre intercambiables. Me interesa el momento imaginativo, quiero decir: lo fantasmal de los acontecimientos.

Fontana: ¿De qué punto arranca usted?

Musil: Yo presupongo algunas cosas: el año de 1918 nos hubiera traído tanto las fiestas de aniversario de los setenta años de gobierno de Francisco José I, como las de los treinta y cinco del Kaiser Guillermo II. Y teniendo en cuenta este futuro aniversario paralelo los patriotas de ambos países en la novela se lanzan a una apresurada carrera. Lo que quieren es atacarse mutuamente, así como también atacar al mundo. Todo termina en la catástrofe y el lamento de 1914: "No queríamos la guerra". Bueno, resumiendo: comienza lo que he llamado la Acción Paralela. Hay quienes tienen la idea austriaca, que conocen por los recuerdos de otras guerras: Austria se libra del yugo prusiano, quiero decir: tiene que surgir algo así como una Austria universal, hecha a imagen y semejanza del imperio, ejemplo de la convivencia entre pueblos distintos. Desde luego, en la cúpula se encuentra el emperador de la paz. A todo esto, el año del impresionante jubileo, 1918, será la coronación del proyecto. Por otra parte, los prusianos tiene como siempre una idea exacta del poder, su perfección técnica se los permite; desde la acción paralela su ataque ha sido planeado también para 1918.

Fontana: Es decir, la ironía es el centro de la novela. No quisiera preguntarle ahora sobre este tema, sino otra cosa: ¿cómo pone usted ese mundo en movimiento, esos dos mundos?

Musil: Introduciendo primero a un hombre joven que ha sido educado y entrenado ejemplarmente en el conocimiento y el saber de su época, alguien que domina la física, las matemáticas y la técnica. Alguien que entra de lleno en nuestra vida actual porque, para decirlo otra vez, nada hay en mi novela histórica que no tenga validez aquí y ahora. Mi personaje no sale de su asombro viendo cómo la realidad se ha quedado por lo menos cien años atrás de nuestras ideas. Esta diferencia necesaria —que yo busco también entender— va configurando el tema central: ¿cómo debe comportarse un intelectual ante la realidad? A este personaje opongo otra figura: un hombre de gran personalidad, alguien que pertenece al gran mundo, un individuo que reúne talento de un economista y la lucidez de un esteta, y que los ha mezclado en extraña y efectiva unidad. Viene Berlín directamente, en Austria quiere reponerse. En realidad viene a obtener secretamente para su consorcio los yacimientos de cobre en Bosnia y asegurar la tala de árboles. En el salón de la segunda Diotima, esposa de un conocido, anfitrión, el representante de la vieja armonía universal y austriaca. conoce a esta mujer. Entre los dos se desarrolla una novela sentimental que termina o debe terminar en el vacío. Al mi tiempo el hombre joven encuentra en la casa de sus padres —y durante un entierro— a su hermana gemela, a que no conocía. La hermana gemela biológicamente algo muy extraño; pero que vive en todos nosotros como utopía, como una idea manifesta de nosotros mismos. Así, lo que en la mayoría es sólo una nostalgia, a mi personaje se le convierte en realidad. Y pronto los dos hermanos están viviendo juntos en la vieja comunidad que hemos llamado un buen matrimonio. Lo he puesto en el centro de nuestros dolores actuales. No hay genios, ni religiones. En vez de vivir en algo, los dos viven para algo. Quiero decir, en un cúmulo de situaciones donde prolongo nuestra identidad. Pero los hermanos geme el yo y el no-yo, sienten la escisión de comunidad, los dos se derrumban con el mundo, los dos terminan huyendo. Fracasa el intento de conservar y detener aquella experiencia. El absoluto no puede conservarse. Consecuencia: el mundo no puede existir sin el mal, porque el mal nos trae el movimiento. El bien sólo provoca la parálisis. Muestro la línea paralela, la otra pareja: Diotima y el héroe de la economía. Si él no hiciera negocios, no podría tener un alma; no por el dinero que uno necesita para poder tener una, sino porque lo sagrado y lo profano son una masa inerte. Esta pareja es también necesaria y determinada. La narración continúa en este sentido; su tema central, el amor y el éxtasis, lo desarrollo después desde la perspectiva de la locura, desde la mira de un individuo obsesionado por la idea de la redención. Los acontecimientos toman un curso imprevisto, se llega a una lucha entre los alumnos de un nuevo espíritu y el esteta de la economía. Ahí describo un gran congreso. Ninguno de los dos bandos obtiene el dinero que piensan otorgar, sino un general a quien el Ministerio de la Guerra envió al congreso sin previa invitación. El dinero se emplea para comprar armas. Lo que no es tan estúpido como generalmente se piensa, porque en resumidas cuentas todo lo inteligente termina cancelándose a sí mismo. Mi joven héroe se convierte en un espía, alguien que ahora se opone a un orden donde lo irracional tiene las mayores oportunidades. El medio de su espionaje es la hermana gemela. Viajan juntos por Galicia. Ha visto como va perdiendo su vida y la de su hermana. Nuestro héroe se da entonces cuenta de que él es algo contingente, de que acaso pueda intuir su ser, pero nunca alcanzarlo. El hombre no es nunca algo acabado, no puede llegar a serlo. Teniendo la sensación de que su existencia es algo contingente puede tomar todas las formas, como si fuera una masa gelatinosa. La movilización militar lo exime de tomar una decisión, a él y a todos los personajes de mi novela. La idea de que la guerra era inevitable es la suma de todas las corrientes contradictorias, de todas las influencias y los movimientos que describo.

Fontana: ¿No debe usted disponer de una gran cantidad de personajes que cubran todo este espacio?

Musil: Me bastan veinte personajes aproximadamente.

Fontana: Y en la estructura de su novela, ¿no teme usted al ensayo?

Musil: Sí, le temo; por eso mismo he intentado combatirlo a través de dos medios: primero, mediante una actitud irónica. Ahora, es importante aclarar que la ironía no es para mí un gesto de superioridad, sino una forma de lucha. En segundo lugar, creo que ante el peligro de caer en el ensayo tengo un contrapeso en la elaboración de escenas vivas, en la pasión imaginativa.

Fontana: A pesar de que su novela no le deja a sus personajes sino el asalto en la movilización militar como la única huida, no creo que sea una obra pesimista.

Musil: Tiene usted razón. Al contrario: en mi novela me divierto burlándome de todas las decadencias de occidente y sus profetas. Hay sueños viejísimos de la humanidad que en nuestros días se convierten en realidad. ¿Es una desgracia que esos sueños antiquísimos no hayan conservado su rostro? Necesitamos una nueva moral, porque con la vieja no llegamos a ninguna parte. Mi novela busca ofrecer cierto material para esa nueva actitud. Es el intento de una disolución y la insinuación de una síntesis.

Fontana: ¿Dónde situaría usted su novela dentro de la épica contemporánea?

Musil: Dispénseme usted la respuesta...... (Después de una pausa) ¿Dónde situaría yo mi novela? Me propongo ayudar a sobreponernos al mundo; sí, también por medio de una novela. Yo le estaría agradecido al público si considerara menos mis cualidades estéticas y más mi voluntad. El estilo es para mí la exacta articulación de una idea. Quiero decir, la idea que puedo alcanzar también de la forma más bella.

El hombre sin atributos

Un ser sin cualidades ni características particulares. Así es el célebre protagonista de la monumental e inacabada novela de Robert Musil El hombre sin atributos, una metáfora de la quiebra del Imperio Austrohúngaro y de la frágil condición moderna. Con todo, esa misma condición puede rastrearse en lo que algunos maestros budistas del siglo IX llamaban el "hombre verdadero sin situación", un ente marginal y carente de esencia fija y de definición cerrada.



JUAN JOSE SAER

Un día, a mediados del siglo noveno,en el noreste de la China, en el monasterio que dirigía Lin Tsi, el maestro de la secta budista T ch'ang (en japonés zen,ambas pronunciaciones locales del sánscrito Dhyâna, "meditación"), subió a la cátedra y dictó la más célebre de sus lecciones: "Sobre vuestro conglomerado de carne roja hay un hombre verdadero sin situación, que sin cesar entra y sale por las puertas de la cara. ¡A ver qué opina de esto alguno que no haya hablado todavía!'. Uno de los monjes salió del grupo y preguntó cómo era el hombre verdadero sin situación. El maestro bajó de su banco de meditación y atrapando al monje e inmovilizándolo, le ordenó: '¡Dilo tú mismo, dilo!'. El monje vaciló. El maestro lo soltó y dijo: 'El hombre verdadero sin situación es un montoncito cualquiera de excremento'. Y se volvió a su celda".
La expresión "un montoncito cualquiera de excremento" es en el original mucho más cruda y, para su publicación en este diario, ha sido sustituida por la presente, que aparece en otra versión de esta misma escena. El eminente sinólogo francés Paul Demiéville, traductor en 1977 de las Lecciones de Lin Tsi, comenta así la brutal comparación, que resulta todavía más sorprendente cuando sabemos que también se la utiliza a menudo para designar a Buda: "Toda definición del hombre verdadero sólo puede ser impropia, vil, sucia, puesto que por definición es lo que escapa a toda definición".
En lo referente al hombre verdadero sin situación, el profesor Demiéville ofrece el comentario siguiente: "La expresión hombre verdadero deriva directamente de los filósofos taoístas de la Antigüedad, aunque también haya sido utilizada para designar a Buda y al Arhat (el santo liberado) en las primeras traducciones chinas de los textos búdicos. La palabra situación se aplica en el vocabulario administrativo a la situación de un funcionario en la jerarquía oficial. Como esa jerarquía incluía a toda la élite social, que era la única que contaba en la antigua China, un hombre sin situación era un ente marginal, carente de estatuto, una entidad indeterminada. Es más o menos en el sentido de Lin Tsi que el novelista austriaco Robert Musil, que se interesaba tanto por Lao Tsé poco antes de su muerte trágica en 1942, concebía a su héroe como un hombre sin características particulares, Der Mann ohne Eigenschaften (El hombre sin atributos en la traducción castellana)".
En la exacta referencia que antecede, hay un solo error: la muerte de Musil fue tal vez prematura (tenía 61 años) pero no trágica. Su mujer, Martha Marcovaldi, la cuenta así en una carta: "Después de una mañana tranquila, pasada en parte en su mesa de trabajo y en parte en el jardín, subió la escalera que conducía al baño diciendo: 'Voy a darme un baño antes de almorzar'. Y mientras se desvestía, durante un ejercicio físico o simplemente a causa de un movimiento brusco fue derribado por un ataque. Unos minutos después de que subió, abrí la puerta del baño para llamarlo y lo encontré sin vida. Era imposible admitir que estuviese muerto, a tal punto parecía vivo con su aire de sorpresa irónica en la cara".
¡Qué bien le cuadra esa muerte al discreto mentor del hombre sin atributos! Morir, podría decirse, en plena salud, y experimentar no temor sino una sorpresa irónica ante la irrupción imprevista de la muerte, es tal vez la confirmación irrefutable de sus teorías. Porque el hombre sin atributos es aquel que, desembarazándose de todas las convenciones, las posturas sociales, los contenidos intelectuales o morales, las máscaras identitarias, los sentimientos y emociones calcados de los que difunde el medio ambiente, la sexualidad canalizada por los diques de lo socialmente permitido, volviendo al grado cero de la disponibilidad, construirá su vida oponiéndose a todo automatismo y a todo lugar común de la inteligencia, de la vida afectiva y del comportamiento.
En el Imperio Austrohúngaro declinante, agobiado por las pomposas pretensiones de la Corte y por las constantes reivindicaciones del archipiélago de pequeñas y grandes naciones y culturas que lo componían, ser un hombre sin atributos, reivindicar sólo la propia disponibilidad, sin previas adhesiones obligatorias a supuestas causas, sagradas o no, a determinadas normas de conducta, dictadas de una vez y para siempre y destinadas a regir la sucesión de generaciones fugitivas, supuestamente idénticas unas de otras, representaba no una forma de egoísmo o una manera de volverle la espalda a la realidad, sino una sana desconfianza hacia lo consabido, lo no reflexionado, lo impuesto por la inercia aplastante del mundo.
Musil nació en una pequeña ciudad austriaca en 1880. Destinado a una carrera militar o científica, poco a poco fue abandonándolo todo, a pesar de perspectivas prometedoras en sus otras actividades, para dedicarse enteramente a las letras. Y aunque escribió varios magníficos relatos, una obra de teatro, algunos ensayos minuciosos y un apasionante diario íntimo, podría decirse que también abandonó la literatura entregándose por completo a la redacción de El hombre sin atributos, novela que le llevó casi treinta años de su vida y que quedó inconclusa. Los únicos dos volúmenes que publicó en vida, en 1930 y en 1933, tuvieron un gran éxito de crítica pero no se vendieron, el segundo sobre todo, cuya aparición coincidió con la llegada de Hitler al poder. Musil, que estaba en Berlín en ese momento, emigró primero a Viena y después a Zúrich y a Ginebra, donde vivió en la miseria hasta su muerte en 1942. En 1938, los nazis incluyeron sus libros en la lista de obras "indeseables y nocivas" y las prohibieron en Alemania. Pero en el año 2000, una encuesta entre los principales críticos literarios de Alemania demostró que una importante mayoría de entre ellos consideraba El hombre sin atributos como la más importante novela del siglo XX escrita en alemán.
Ulrich, el protagonista, no tiene nada de un aventurero o un sensualista que quisiese gozar indefinidamente de nuevas experiencias a la manera de los decadentes de finales del siglo XIX. Es un espíritu racional, sistemático, amable y jovial. Su vida transcurre en el marco de una banal existencia burguesa. El único acto verdaderamente transgresivo es su relación amorosa con su media hermana, que, a medida que avanza la novela, va transformándose en el elemento simbólico de una vida sistemáticamente dirigida a trascender las convenciones exorbitantes que el mundo impone a los individuos.
El hombre verdadero sin situación del enérgico maestro Lin Tsi, retorna entonces inesperadamente en nuestro tiempo en la gran novela de Robert Musil. Pero, en otro registro, también podrían representarlo a su manera esas hilachas de hombres que son los personajes de Samuel Beckett. En todo caso, está presente en las reflexiones actuales sobre la crisis y el estatuto del sujeto, y en la desconfianza de algunos hacia todas aquellas ideologías que exaltan, sin mayores precisiones, los méritos discutibles del concepto de identidad.

24 may 2006

Criticas I El cronista de un tiempo que no existe.

Hubo un tiempo… había una vez… en el que se suponía que la literatura daba testimonio de su época. Tiempos de Tolstoi, de Flaubert, de Victor Hugo. Los lectores del siglo XXI viajamos a través de esos libros a un territorio que ya no existe sin esas novelas. El siglo XIX ruso, por ejemplo, está dentro de “Ana Karenina” como el francés se perfila con nitidez en “Los Miserables”. Pero… si alguien tuviera hoy que elegir un libro capaz de describir ese inmenso territorio que es el siglo XXI, ¿qué obra elegiría? Los últimos grandes cánones de la literatura remiten al siglo XX. El siglo de la locura colectiva y la duda metafísica más abstracta está entero en el “Ulises” de Joyce y en toda la obra de Kafka, respira con Marcel Proust y sufre con Faulkner. Pero… ¿y el siglo XXI?
Las catedrales de París sólo subyugan a los adepto a “El código Da Vinci” y el mundo global es tan inabarcable que ninguna novela local puede contenerlo todo sin volverse esquizofrénica. Los dramas individuales, como “Madame Bovary” resultan también insuficientes. Nos hemos dado cuenta, los occidentales, que esos dramas no son tan universales como creíamos. Habría que ver qué mujer mapuche muere de aburrimiento en la Patagonia actual. ¿Cuál es, entonces, el color literario de esta época?
El posmodernismo ha llenado nuestro escaparates de autores efímeros, capaces de perderse en la jungla infinita de la realidad Internet, sin hallar nunca el sentido ni alcanzar a oír la música de fondo que deja traslucir el siglo. Una música difícil, una música bestial.
En América Latina, los estertores del realismo mágico todavía entorpecen la libertad narrativa y las perspectivas de muchos autores que no alcanzan los brillos que en su momento tuvieron Julio Cortázar, Borges, por mencionar sólo alguno de los nombres que navegaron en aguas paralelas al “boom” y que lograron dar una visión más trascendente que el relato local aromatizado con hierbas mágicas.
Es en ese cruce en el que aparece Roberto Bolaño y, sobre todo, su novela, “Los detectives salvajes”. A Bolaño ya no le queda nada del realismo mágico, pero las historias que cuenta son mágicas sin necesidad de que ninguno de sus personajes eche a volar mientras está tendiendo las sábanas en el patio. Y a su vez tiene ese sutil encanto de los posmodernos que fragmentaron el relato hasta más no poder, logrando desacralizar por completo al sujeto y destruyendo así, de un plumazo, lo último que quedaba del Renacimiento en el mundo contemporáneo. Los personajes más importantes de “Los detectives…” Arturo Belano y Ulises Lima, son contados por otros. Ellos son los únicos que durante toda la novela no hablan con voz propia. Desde el punto de vista técnico el trabajo de Bolaño tiene reminiscencias del mundo del cine y toda la novela es un enorme flash back contado de un modo caóticos, una historia en medio de la cual se insertan infinidad de “videoclips” que a su vez contienen muchas otras historias. Mientras ocurren, mientras son leídas, esas historias son más importantes que las de los personajes principales, pero a su vez contribuyen a describirlos y contarlos.
A su vez, las historias hablan de todo y de todos y todo el mundo está dentro y caben las reflexiones más salvajes, los sueños más absurdos. A Bolaño le encanta que sus personajes cuenten sus sueños durante la mañana, cuando se levantan, a media tarde, cuando hablan con sus amigos, y esos sueños son surrealismo puro, puro sueños de verdad.
A su vez, la realidad, ese concepto que estaba tan claro y transparente en Tolstoi, por ejemplo, aquí ha perdido todo contacto con la naturaleza, o al menos con cualquier naturaleza que no sea la de la mega ciudad o la del desierto de Sonora, único escenario natural, árido y seco, que describe el mundo arrasado del futuro, ese año “2666” que Bolaño dejará como obra póstuma antes de morir en 2003. En “Los detectives…” ese mundo todavía no existe, o está apenas en su fase iniciática. Por que la novela narra una auténtica iniciación, una ceremonia que en el mundo contemporáneo ha quedado diluida entre los recovecos de la razón y que regresa en su forma de mito, de la mano de los hombres y las mujeres que han sido testigos, a lo largo de 20 años, del transcurrir de esos poetas adolescentes en el D.F. de 1976. Belano y Lima son puro mito. De ellos se cuenta lo peor y lo mejor. Unos recuerdan que vendían marihuana para ganarse la vida mientras estaban en la Universidad y otros prefieren recordar sus genialidades, sus locuras, su raro transcurrir por un tiempo que parece que no existe. Porque los personajes de Bolaño como sujetos no pueden existir en la realidad, porque la realidad mismo no existe. ¿Qué fue lo que les ha pasado a Arturo Belano y Ulises Lima? ¿Se hicieron genios? ¿Se volvieron locos? ¿Eran unos truhanes o unos intelectuales de gran vuelo incomprendidos en su tiempo? Esa ambigüedad a la hora de contar a sus personajes es lo que define a Roberto Bolaño como el gran cronista de este tiempo que no existe. El siglo XXI se parece ya bastante a ese mundo alucinado que narra Bolaño donde todos “somos” el relato de “los otros” y ese relato es el único pilar que sostiene nuestra frágil identidad.

23 may 2006

El Camino de America I

Cada vez que comienzo a contar una historia se que me voy a distraer. Que voy a terminar yéndome por las ramas. Sólo que aquí nadie me podrá tirar de la manga para que la haga corta, para que vaya al grano. Es por eso que no les contaré cómo fue que conocí al psiquiatra. Porque es una historia demasiado larga y me voy a distraer.
Otra cosa que detesto es comenzar a escribir siempre poniendo por delante el pomposo: Capítulo 1. Y un nombre más pomposo aún, que acompañe al título. Y luego una cita de algún famoso escritor para dejar claro a todos quién me ha influido. Como pagando una deuda que nadie te pidió nunca que pagaras, sólo por vanidad. OH, Borges. OH, Henry James.
Hubo un tiempo en el que para seducir a las minitas me levantaba después de haberme fumado un porrito y me acercaba a la biblioteca con aire de inspirado total y les decía: ahora voy a elegir la cita que abre el Capítulo 2. Entonces acentuaba mi gesto grave, cerraba los ojos y movía mi dedo índice impaciente por entre las páginas, como si estuviera haciendo algo que me demandaba una energía tremenda, hasta que Pas, ya lo tengo, mira qué bien. Y leía una frase suelta encontrada al azar y la frase siempre coincidía con lo que estaba escribiendo. Genial. A las chicas les encantaba.
Por eso esta vez no pienso poner ninguna Capítulo 1, ni cita, ni explicarles demasiado cómo fue que conocí al psiquiatra, porque no quiero presumir.
¿Cómo puede uno presumir de haber tenido que recurrir alguna vez en su vida a un psiquiatra? Está bien que soy argentino y que si quisiera me podría justificar. Pero hace mucho que ya no vivo en Buenos Aires y no creo, se los digo con la mano en el corazón, que pueda presumir de algo así. Más teniendo en cuenta que yo había ido al psiquiatra porque estaba muy mal. No tenía trabajo, no podía terminar la universidad, ninguna mujer me quería. Mi vida era una tango, una novela negra, una novela de Faulkner (sin tanto alcohol, apenas una cervecita de vez en cuando, una botellita de ginebra Bols, de esas marrones que no se si se seguirán haciendo).
Vivía en La Plata (para el que no conoce, una pequeña ciudad casi francesa, discretamente francesa, aburrida tal vez como Madame Bovary antes de conocer a su amante), concurría a la Facultad de Periodismo, algunos viernes me juntaba a jugar al poker con mis amigos, otros iba al cine (a veces iba al cine el jueves también, o el lunes o el domingo), alquilaba videos, leía, compraba libros viejos en una calle diagonal cerca de una plaza redonda que se llamaba Italia. Se llama Italia todavía. Nunca supe por qué, porque no se parece en nada Italia, no hay nada que recuerde Italia ahí. Más bien se trata de una plaza absurda, una especie de rotonda gigante, a la que es muy difícil acceder, porque siempre hay coches que le dan vueltas alrededor y uno tiene que esperar a que un semáforo se ponga rojo y aún así es difícil porque cuando un semáforo se pone rojo siempre hay otro, en las calles que dan a la plaza, que se pone verde y los coches siguen dando la vuelta, como si a los automovilistas de la ciudad les encantara dar vueltas a la plaza sin parar.
Yo daba vueltas también, pero no a la plaza. Paseaba por la ciudad. De vez en cuando tocaba el timbre a algún amigo o amiga y subía a un departamento y me tomaba unos mates, y me ponía a conversar. Hablábamos de libros, de cine, de política, yo que se. Las típicas cosas de las que habla uno cuando tiene 23 años y está todavía en la universidad.
Cuando comencé a visitar al psiquiatra también hablaba de psicología. Leía libros de Freud. Trataba de demostrar, no sin cierto patetismo, cuánto esfuerzo estaba haciendo por superarme, por dejar atrás mi pasado, mi historia familiar. Creo que fue por ese entonces que mis amigos comenzaron a sospechar que algo en mi no estaba del todo bien. Sobre todo mis amigos militantes, los que estaban en política como yo, los del centro de estudiantes. Pero todo esto es sólo una suposición. Tal vez no haya sucedido así. No lo se.
El psiquiatra me sacó de todo eso. No del poker ni de los libros, pero si de los amigos, al menos de esos amigos a los que comencé a ver como vacíos, péndulos flotantes en aire enrarecido de la ciudad, vacas sin rumbo, cáscaras, miserables cáscaras que han perdido el ton. Que nunca tuvieron son. Que no saben lo que son. Dónde están. Hacia dónde van.
Estuve sólo tres meses haciendo terapia con él. Confieso que al principio me pareció un tipo muy raro. A veces se dormía en las sesiones. Estaba como ausente. ¿Se estará aburriendo con lo que le cuento? Pensaba. ¿Estará cansado?
Se llamaba Arturo P. No intenten buscar ninguna referencia literaria oculta porque no la hay. Simplemente oculto su apellido porque él me lo ha pedido. Cuando cuentes esta historia, me dijo una vez, te prohíbo que pongas mi apellido. Y yo no lo pongo. El nombre sí, del apellido sólo la inicial. Arturo P. Dr. P. O Arturo a secas.
La primera vez que fui a su consulta me preguntó ¿Tomas drogas? Le dije que no. Y era cierto. No tomaba drogas. No fumaba (ahora sí), apenas bebía cerveza y ginebra Bols, pero creo que ya se los he contado. Y después me preguntó ¿cuáles son tus objetivos? Terminar de una vez la universidad, conseguir trabajo y… ya saben, una mujer. Muy bien, me dijo. Y no me dijo nada más. Muy bien, nos veremos la semana próxima. Y me dio una dirección en la avenida 7, cerca de la avenida 32, y me dijo que tenía ahí una consulta privada, que a mi no me iba a atender en la clínica (estábamos en una clínica, se me olvidó de contar) (ves que se me olvidan las cosas, que si no fuera porque me voy por las ramas esta historia no se las podría contar). Y yo dije: Bueno. Y a la semana siguiente fui.
No me pidan que les cuente cómo eran las sesiones porque ya ni me acuerdo y si me acordara tampoco se las contaría, la verdad. La cuestión es que las cosas comenzaron a cambiar. En mi vida, digo.

La aventura de la palabra

Nunca sabes dónde te va a llevar la aventura, mucho menos la palabra. Si no vas a poder resistirlo, mejor no lo intentes.